Aunque no exista un elixir mágico de la eterna juventud, sí existen algunas plantas que estimula el crecimiento de células nuevas y saludables en el cuerpo; entre éstas, destacan la lavanda y el neroli.
Las propiedades curativas de la lavanda, que los antiguos conocían desde tiempos remotos, se redescubrieron en el siglo XX, cuando René-Maurice Gattefossé, un químico francés, se quemó una mano por accidente. La introduzco en una jarra de aceite de lavanda y le sorprendió mucho comprobar que la herida cicatriza va muy bien y con gran rapidez.
La lavanda no constituye únicamente un poderoso regenerador cutáneo, sino que también contribuye a normalizar las pieles grasas y secas. También puede emplearse para tratar dolencias cutáneas difíciles, como el acné: añada unas gotas de esta hierba a una loción corporal sin perfume o a su crema facial.
Las uñas débiles, quebradizas o estropeadas también pueden beneficiarse de las propiedades fortificantes de la lavanda. Para conseguir unas uñas fuertes y saludables, debe cuidar de la cutícula igual que lo hace de la uña, ya que hay es donde empieza el crecimiento de la uña: todas las noches, frote las cutículas unas gotas de aceite de lavanda. Dos o tres meses después, a medida que la uña vaya creciendo, ira notando la mejoría.
El delicado aceite de neroli se emplea mucho en perfumes de producción comercial y en cosméticos. Resulta especialmente beneficioso para pieles secas y sensibles. Contribuye a eliminar las células muertas, la elasticidad de la piel y resulta eficaz para todo tipo de problemas cutáneos, incluyendo las varices superficiales y las estrías.
Un empleo regular de los aceites de lavanda y de neroli en el baño y en masajes contribuye a mantener la reproducción celular en unos niveles propios de la gente joven. Experimenté a diario con estos aceites añadiendo unas gotas a cremas faciales, lociones corporales y/o aceites de baño.
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