Con la familia
¡Cuántas familias presumen de estar unidas y, en realidad, lo que ocurre es que sus miembros se limitan a permanecer unos junto a otros! Los problemas de comunicación de muchos padres se transmiten a los hijos. Si ellos no hablan, los más jóvenes acaban por no hacerlo.
Está claro que si todos comparten un mismo techo, todos deben asumir labores, pero no con disciplina militar, sino siendo abiertos, compaginando horarios y preferencias. No pretenda que la familia siempre esté de acuerdo con las decisiones que usted toma. Intente buscar su apoyo, pero no depender de su aprobación. Hay que ser más independiente. Una cosa importante es no prometer nada a los hijos si se sabe que, al final, no se va a poder cumplir.