28/10/12

Saber vivir (II): Con la familia

Con la familia
¡Cuántas familias presumen de estar unidas y, en realidad, lo que ocurre es que sus miembros se limitan a permanecer unos junto a otros! Los problemas de comunicación de muchos padres se transmiten a los hijos. Si ellos no hablan, los más jóvenes acaban por no hacerlo.

Está claro que si todos comparten un mismo techo, todos deben asumir labores, pero no con disciplina militar, sino siendo abiertos, compaginando horarios y preferencias. No pretenda que la familia siempre esté de acuerdo con las decisiones que usted toma. Intente buscar su apoyo, pero no depender de su aprobación. Hay que ser más independiente. Una cosa importante es no prometer nada a los hijos si se sabe que, al final, no se va a poder cumplir.
A veces, se infravalora el esfuerzo escolar de los hijos y algunos padres piensan que las vacaciones son excesivas. Entienda que el complejo proceso escolar requiere un largo paréntesis.

Para intentar aumentar la autoestima de un hijo hay que evitar las frases que contribuyen a deteriorar su propia imagen, sobre todo las comparaciones entre hermanos, y elogiarlo, tanto en público como en privado, por sus cualidades, comportamiento y aciertos. Hacer comentarios positivos sobre él ante otras personas, como si se pensara que él no está delante, también resulta beneficioso para él. 

Si se tiene un bebé en casa, no es tarea exclusiva de la madre, sino que todos pueden cuidarlo y mimarlo. Un masaje de vez en cuando le dará seguridad y beneficiará su sistema nervioso, además de hacerle dormir tranquilamente. Para permanecer tranquilos y no desorientararse, los bebés necesitan comer y acostarse cada día a la misma hora. Aunque un bebé no entienda lo que le dicen, le gustará que le hablen mientras se esté con él. También es recomendable ponerles música tranquila y a volumen discreto.
Por pequeños que sean, considere que los bebés captan todas las tensiones que pueda haber a su alrededor y les afectarán negativamente.

Para el niño, que todo lo puede convertir en un juego, los juguetes son elementos didácticos y educativos de primer orden. Sin embargo, un pequeño que se ve abrumado por una cantidad excesiva de juguetes, terminará por cansarse. Lo mejor es racionárselos y dejarle sólo aquellos que favorecen su imaginación y desarrolla su personalidad.
A todos los padres les gustaría que sus hijos destacasen el día de mañana, pero no hay que atosigarlos con clases extra de judo, inglés o danza. Hoy, el problema de muchos niños es que llegan a casa tan estresados como los padres y sin ganas de jugar. 

Los abuelos no son esos ancianos de los cuentos de antaño, sino que disfrutar su propia vida ahora que no tienen que trabajar. No los cargue con la educación de los nietos: no sea egoísta y no les deje los nietos un número excesivo de horas. Aunque ellos probablemente nunca se nieguen a tenerlos, no abuse de su generosidad.

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