Adelgazar no es siempre difícil. A menudo el secreto reside en detalles a los que apenas se había dado importancia.
Los métodos de adelgazamiento basados en teorías complejas pueden traducirse en la práctica en consejos eficaces que ayudan a perder peso y a mejorar la calidad de vida. Una serie de estrategias, que no requieren grandes esfuerzos ni sacrificios, pueden ayudar a hacer frente al exceso de peso, un problema que genera gran preocupación. Son medidas que inciden en diferentes momentos del acto alimentario y allanan en gran medida un camino que por lo general se presenta empinado.
1 Comprar después de comer
la percepción sobre los alimentos cambia en función de si se está hambriento o saciado. en este último caso, las apetencias están muy disminuidas y será más fácil moderarse. En cambio, si se tiene hambre, se come con los ojos.
2 Empezar con mucho volumen
Las decisiones se toman según lo que ven los ojos. Esta "debilidad" puede utilizarse a favor de la moderación. Ver la bolsas llena es una señal de que la compra está llegando a su fin. Por lo tanto, es recomendable comprar en primer lugar las botellas de agua, las hortalizas, las frutas..., todo aquello que proporciona mucho volumen y pocas calorías.
3 Elegir porciones individuales
Algunos alimentos se comercializan en porciones individuales. Este tipo de presentación favorece un mejor control del consumo, en particular si se trata del consumo, en particular si se trata de alimentos que, de por sí, deben tomarse en cantidades escasas, como mermeladas, mantequilla o chocolate.
4 Vigilar el contenido en grasas
Controlar el consumo de grasas es muy importante cuando se quiere evitar un exceso de calorías. En ocasiones, el mismo tipo de alimento puede presentarse con un contenido en grasas distinto. El ejemplo típico es la leche. Pero otros muchos alimentos se encuentran en la misma situación: tostadas, galletas, bases de pizza...
5 Usar el horno adecuado
Si lo que se pretende es potenciar el sabor pero reduciendo al mismo tiempo el contenido en calorías, el horno es un gran aliado. La cocción al horno ayuda a resaltar el gusto propio de cada alimento y permite la elaboración de platos muy sabrosos prescindiendo del recurso de las grasas.
6 Preferir texturas duras
Los alimentos y platos con texturas consistentes obligan a masticar más y se comen más lentamente, lo que acaba por traducirse en una reducción de las cantidades consumidas. Lo contrario ocurre con los alimentos blandos, que se engullen con mayor facilidad, con más rapidez y, por consiguiente, en mayor cantidad.
7 Elegir guarniciones vegetales
La aceptación, apetencia y satisfacción proporcionadas por los diferentes platos dependen en buena medida de su aspecto y, por consiguiente, hay que cuidarlo con mucho esmero. Cuando se trata de reducir el consumo de calorías, la estrategia consiste en servir raciones pequeñas de aquellos alimentos más calóricos y llenar el plato con guarniciones de hortalizas crudas o cocidas. Las hortalizas, debido a su bajo contenido calórico, son el gran comodín de las dietas bajas en calorías.
8 Consumir ensaladas
Grandes, variadas, con mucho color, siempre diferentes, con muchos sabores contrastados, recurriendo también a ingredientes exóticos y sorprendentes, pero poco o nada calóricos, como el mango, la papaya, las especias, las semillas germinadas, las algas... Así conviene que sea la ensalada, un plato saludable como pocos, que debe estar presente a diario en toda dieta equilibrada. Tanto su volumen como el tiempo que exige comerlas son buenos aliados de quienes quieren reducir la obtención de calorías. Además, las ensaladas aportan cantidades considerables de fibra, minerales, vitaminas y fitoquímicos muy beneficiosos para la salud.
9 Usar plantas aromáticas
Orégano, ajedrea, albahaca, menta, salvia, tomillo, romero... son sólo algunos ejemplos del amplio abanico de plantas que ofrecen su aroma y evitan el empleo de grasas (aportan muchas calorías) y sal (favorece la retención de líquidos) para aumentar el atractivo de los platos.
10 Cocinar las raciones justas
Echar cuentas a la hora de preparar los alimentos es mucho más fácil y beneficioso que hacerlo en la mesa. Por ello es importante ajustar, ya desde la cocina, las cantidades óptimas que se desea consumir, evitando la "obligación" de acabar con todo lo que hay en el plato. Por otra parte, si la cantidad que se va a consumir se ha calculado previamente teniendo en cuenta que el menú sea equilibrado, se evita la tentación de asegurarse la obtención de energía y nutrientes mientras se come.
11 Empezar bebiendo agua
Tomar un par de vasos de agua, es decir, medio litro aproximadamente, mientras se come contribuye a satisfacer las necesidades diarias y, salvo excepciones, no crea problema alguno. No obstante, es un error consumir un gran volumen para reducir la toma de alimentos.
12 No empezar a comer de pie
A menudo se va "picando" en la cocina mientras se está preparando la comida. Se trata de una toma de alimentos descontrolada y poco gratificante, puesto que no se suele ser plenamente consciente de las sensaciones que producen.
13 Platos pequeños y vasos grandes
Ver un plato lleno causa mejor impresión y mayor satisfacción que verlo medio vacío... pero si el plato es pequeño esto se consigue con menos comida. Por el contrario, los vasos (de agua) deben ser grandes, aunque ello no obliga a llenarlos por completo. En el fondo, el mensaje subliminal que se transmite es que no todo está sujeto a restricción.
14 No llevar la fuente de comida a la mesa
Es una conducta sustentada en muchas y buenas razones: mayor comodidad, satisfacción al ver su presencia, muestra de generosidad, porque se facilita el acceso a los alimentos... Pero cuando lo que se quiere es limitar el consumo de calorías, lo que interesa es mantener lo más lejos posible la fuente de alimentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.