Desde hace miles de años, las plantas se utilizan para limpiar y purificar. Las que poseen un aroma fresco y “medicinal” resultan muy eficaces para eliminar las toxinas del cuerpo o, sencillamente, para mantener el ambiente limpia y libre de gérmenes.
Dos de las principales plantas purificantes, la planta del té y el eucalipto, son originarias de Australia. La planta del té, conocida por los aborígenes desde tiempos remotos, posee intensas propiedades antisépticas, fungicidas y antibacterianas. Su aroma muy marcado, acre y alcanforado, resulta idóneo como vaporizador para eliminar los gérmenes que flotan en el ambiente.
El aroma fresco y mentolado del eucalipto también es muy apropiado como vaporizador, ya sea como preventivo o como remedio. Su aroma tiene un efecto refrescante que despeja la mente y ayuda a bajar la fiebre. Si tiene los senos nasales congestionados el eucalipto constituye un poderoso antídoto. Tome una sauna, añadiendo 3 o 4 gotas de aceite esencial de eucalipto al agua, remuévala y, a continuación, viértala sobre el carbón. Su vapor aromático tendrá un efecto instantáneo.
El enebro posee un amplio historial de uso con fines medicinales. Hasta no hace mucho, en los hospitales franceses se quemaban ramitas de enebro, mezcladas con romero, para limpiar y purifica el ambiente y desprendían un característico aroma a madera fresca. Además tiene unos poderosos efectos depuradores en el cuerpo y no pierde sus propiedades al combinarlo con el hinojo, otro desinfectante y purificante de fresco aroma similar al anís. Como tratamiento para la celulitis, tanto el enebro como el hinojo resultan eficaces: añada unas gotas de aceite esencial de hinojo y de enebro a un aceite base para masajes y dése unas friegas diarias con el producto o en las zonas afectadas.
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