Los buenos hábitos alimentarios que determinan en buena parte nuestra salud se adquieren en los primeros años de vida. Por eso, la alimentación infantil cobra una importancia vital. La primera lección de dietética y hábitos alimentarios la recibimos el día en que empezamos a comer con cuchara e iniciamos una dieta diversificada.
Nuestros futuros gustos y aficiones culinarios quedan determinados por esas primeras papillas. La madre es la principal educadora y formadora de los hábitos alimentarios del niño, y también el principal modelo a imitar.
DE 0 A 5 MESES: SÓLO LECHE
Desde que nace hasta los 4 o 6 meses, la leche materna o maternizada es el único alimento que se adapta completamente a las necesidades fisiológicas del niño.
Lactancia materna
La leche materna es más digerible que la de vaca, porque tiene menos caseína y llega al estómago del bebé en finos grumos. Lo protege contra las agresiones exteriores, cubre sus demandas afectivas y se adapta mejor a sus necesidades, ya que va cambiando su composición según los requerimientos del bebé.
La leche de los primeros días, es decir, el calostro, es muy rica en proteínas, minerales y factores inmunológicos, en cambio, su valor energético es muy bajo. Después, la llamada leche de transición, que durará 3 semanas, se va enriqueciendo en lactosa y grasa, y se convierte en la leche madura que cubrirá las necesidades del lactante durante varios meses.
La leche materna contiene:
- Proteínas no alergizantes con cualidades inmunitarias (inmunoglobulinas y anticuerpos IgA) que protegen al bebé de infecciones bacterianas y víricas, que inhiben la formación de microorganismos.
- Grasas ricas en ácidos grasos esenciales que favorecen el desarrollo del sistema nervioso.
- Hidratos de carbonos adaptados como la lactosa que ayudan a asimilar las vitaminas del grupo B, a absorber el calcio, fósforo, magnesio y otros minerales, y a protegerle de los gérmenes patógenos.
- Minerales en su justa medida para no sobrecargar los riñones del bebé.
- Las concentraciones de vitaminas A, D, E y C son elevadas en la leche materna, en cambio la vitamina K y las del grupo B son más escasas.
Lactancia artificial
Amamantar de forma natural al bebé no siempre es posible, y muchas mamás deben recurrir a la lactancia artificial y alimentar al niño con leches maternizadas o adaptadas con la ayuda del biberón.
Ventajas e inconvenientes:
Las fórmulas maternizadas tienen como principales ventajas que sus tasas de proteínas y minerales aseguran un buen funcionamiento renal y que sus contenidos en minerales y vitaminas son muy similares a los de la leche de mujer.
Como inconvenientes hay que destacar la presencia de factores susceptibles de provocar alergias (beta-lactoglobulina); un escaso contenido en caseína que puede producir regurgitaciones; una fuerte concentración de lactosa que a veces causa deposiciones frecuentes y líquidas; y una gran digestibilidad que eleva el umbral de saciedad del bebé, que llora porque el volumen de biberones le resulta insuficiente.
Calendario de diversificación
Los alimentos deben introducirse lentamente y en su momento, ya que si se le dan al niño antes de tiempo, aunque los acepte, más tarde pueden provocarle reacciones alérgicas.
- De 0 a 4 meses: alimentación exclusivamente láctea. La leche materna es el único alimento completo que cubre las necesidades del bebé en sus primeros 4 - 6 meses de vida.
- A partir del cuarto mes: se le puede introducir una papilla de frutas en la merienda.
- A partir del quinto mes: puede tomar al mediodía su primer puré de verduras con 80 gramos de pollo hervido al principio, hasta llegar a darle 100 gramos. En la merienda: continuar con la papilla de frutas cocidas o crudas.
- De 7 a 8 meses: el niño empieza a tomar cereales de forma de maíz, sémola o tapiocas añadidos a las papillas o postres. Puede comer galletas especiales para bebés o un poco de pan, pues ya empieza a tolerar el gluten. El pollo de la papilla del mediodía puede ser sustituido por ternera.
- De 8 a 9 meses: ya se le puede introducir pescado en la papilla de la noche y todas las verduras frescas, menos col, coliflor y espárragos.
- De 10 a 12 meses: se le puede empezar a dar huevo (primero sólo la yema de un huevo duro mezclado con el puré de verduras). Si se queda con hambre, se le prepara un biberón como complemento de la cena, o bien para dárselo por la noche. Una semana después se le puede dar el huevo entero.
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