En la mayoría de las viviendas, la instalación eléctrica suele efectuarse siguiendo casi exclusivamente criterios de tipo estético, sin tener en cuenta la influencia que la luz ejerce en la mente y la salud de sus habitantes. Las ventanas grandes pueden reducir el consumo de electricidad.
La iluminación solar constante proporciona bienestar y relajación, mientras que las luces artificiales demasiado duras o frías, o los ambientes escasamente iluminados, pueden causar trastornos psicofísicos, depresiones, sensación de cansancio o cefaleas. La iluminación correcta se obtiene a través de una fuente luminosa adecuada o con una buena disposición de las bombillas de bajo consumo.
La cocina, el baño y el hueco de la escalera deberán estar más iluminados que los demás ambientes, pues es allí donde se encuentra el mayor índice de accidentes domésticos, pero ninguna habitación debe presentar un nivel de luminosidad insuficiente.
No sólo es nocivo que falte luz, sino también que haya un exceso de ella. Hay que evitar el trabajar bajo una luz demasiado intensa en una habitación oscura. Esta costumbre puede producir la aparición de trastornos similares a los provocados por los reflejos.
La elección de las fuentes de iluminación no sólo repercute directamente en nuestro estado psicofísico, sino también en el ambiente. El doce por ciento de la energía eléctrica de uso doméstico de un país como España, que es de unos 3.600 millones de kilovatios, se emplea en iluminación.
Las bombillas fluorescentes electrónicas
La elección de las bombillas apropiadas puede constituir por tanto una contribución válida para la salvaguarda del planeta. Basta sustituir las viejas bombillas incandescentes (las de filamento de tungsteno) por las modernas bombillas fluorescentes electrónicas para obtener un ahorro del setenta y cinco por ciento en el consumo de energía eléctrica. Estas nuevas bombillas, además, duran casi ocho veces más que las bombillas usuales incandescentes. Su única desventaja es su precio, pues son unas diez veces más caras que las bombillas corrientes; no obstante, el gasto se recupera rápidamente en sólo un año de uso.
Si cada familia española sustituyese dos bombillas antiguas y pusiese dos de los nuevos modelos fluorescentes, podrían cerrarse inmediatamente las nucleares con la consiguiente reducción de contaminantes y, sobre todo, de anhídrido carbónico.
Otras bombillas
Las bombillas fluorescentes electrónicas emiten una luz más cálida que las normales bombillas de neón, y por ello están indicadas también para lugares como el cuarto de estar, el dormitorio y el baño.
Los habituales tubos de neón, en cambio, pueden seguir utilizándose para iluminar la cocina y la escalera, dado que son más potentes desde el punto de vista de los vatios y del lumen (el lumen es la unidad de flujo luminoso).
También existen bombillas TruLite que reproducen todo el espectro solar.
Las lámparas halógenas y las de yoduros metálicos proporcionan, indudablemente, la luz más agradable y parecida a la solar. Su precio de venta es elevado (aunque no si se compara con su larga duración) y consumen mucha energía.
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