Basada en la teoría de que “lo similar cura a lo similar”, la homeopatía estimula al cuerpo a curarse a través de su “fuerza vital”. Se trata a la persona en su conjunto mediante un método holístico que pretende conseguir el bienestar de cada persona.
El remedio intenta eliminar la causa del problema y por tanto los síntomas desaparecen. Se tiene en cuenta la naturaleza de la persona al elegir el remedio y, por tanto, la misma enfermedad en dos personas diferentes puede requerir distintos remedios.
Los remedios se administran para potenciar la “fuerza vital”, de modo que el cuerpo pueda luchar contra la enfermedad o trastorno. Se diluyen repetidamente, siguiendo la creencia de que cuanto más débil sea el remedio más potente resultará. El tratamiento funciona según las “leyes de la curación”, con la mejoría de los síntomas, comenzando en la parte superior del cuerpo y mejorando el interior antes que el exterior.
¿Qué son los remedios?
Los remedios proceden de muchos orígenes, como plantas, minerales, insectos, serpientes y sustancias tóxicas. Se convierten en remedios seguros mediante un proceso llamado potentización. El líquido diluido mantiene la esencia de la sustancia original y sigue funcionando a pesar de su dilución.
Efectos de la homeopatía
La homeopatía produce efectos en tres áreas principales:
- Beneficios bioquímicos: los remedios pueden afectar a la química de los tejidos.
- Efectos estructurales: la homeopatía puede mejorar el estado físico, la fuerza y la flexibilidad.
- Efectos psicológicos: puede haber cambios beneficiosos en el estado de ánimo y en la autopercepción.
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