Iba un hombre paseando por el campo y, de repente, se dio cuenta de que un león le sequía. Echó a correr y, empezó a bajar por la pared del acantilado aprovechando una larga liana. Cuando se hallaba a medio camino, miró hacia abajo y vio que otro león estaba esperando allí.
Un león, pues, arriba, y un león, pues, abajo. En ese momento, de un agujero en la rocas salieron dos ratones y comenzaron a roer la liana.
El hombre se percató en ese momento de que frente a él brotaba en la pared del acantilado una ramita es la que destacaba una apetitosa fresa silvestre.
Sujetándose con una mano a la liana, con la otra cogió la deliciosa fresa y se la llevó a la boca.
¡Que sabor tan dulce negra parte!
¡Qué momento de plenitud al sabotear el cruce jugo de la fruta !
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